Posted by Alejandro Bruna
in jueves, 27 de agosto de 2009
Para Luz Croxatto, actriz y guionista, la comida es fundamental. Fue macrobiótica pero ahora se confiesa amante de los lomitos. Los del Lomit's, una de su picadas preferidas, son “ce-les-tia-les”, confiesa.ENTREVISTA ESCRITA PARA KILOMETRO CERO. FOTOS DE ALEJANDRO BRUNA
Luz es de las personas que le gusta llegar a la hora. Por eso, de entrada pide disculpas por su retraso de cinco minutos, con explicaciones que cuenta a mil por hora mientras caminamos en dirección al Lomit’s. Nos sentamos afuera, aunque hace frío, porque el cigarro es necesario. El mozo tiene que apurarse un poco en arreglar las mesas, y eso nos cuesta caro: no nos pesca mucho. “Se enojó”, dice la Luz, luego de prender un cigarro y acomodarse la boina. Pedimos la carta.
Luz Croxatto se ha hecho un nombre como actriz y guionista de series, un trabajo que consolidó en la productora Roos Films, la misma que ahora enfrenta problemas económicos. “Yo creo que se van a ir a la quiebra esta semana”, cuenta. Le da lata -fue un problema que no se esperaba- y pena, porque había un ambiente laboral muy especial. “Había mucha camiseta puesta. Por todos lados, es muy doloroso. C´est la vie”, agrega.
Revisamos el menú:
—Es la primera vez que como en el Lomit’s —confieso.
—¡Pero hueón, los lomitos son ce-les-tia-les! ¡Im-pac-tan-tes! —abre los ojos.
—Es que soy medio naturista. Ahora como un poco de carne.
—Yo fui macrobiótica como cuatro años, hasta que empecé a soñar con bife. Todas las noches —dice mientras cierra los ojos.
El Lomit’s es uno de sus locales favoritos, junto con el Liguria, el Astrid y Gastón, La Mar y el Puerto Perú. Aunque le fascina la comida peruana, los sándwiches son su comida favorita. “Me gusta todo lo que se pueda comer con la mano”, bromea, y nos reímos los dos. Terminamos por compartir un crudo con una Coca Light. Luz trabaja de noche. “Ahí necesitai’ algo que alimente pero que no te obligue a soltar el teclado. Yo he refinado todo tipo de conocimiento en galletas. Soy la máxima autoridad de galletas en Santiago. Son mi principal alimento”, cuenta, agarrando un crudito.
Sus favoritas son las McVities y las de Laura Rivas. “Son espectaculares, exquisitas”, puntualiza. Son la base de su dieta, porque luego de una noche de trabajo, lo único que quiere es dormir sus cuatro horas sagradas. “Lo primero que como es el almuerzo. Si tomo desayuno, no almuerzo. Como dos veces al día. Y me encanta el desayuno”.
Reconoce que es bien golosa, pero que los nervios le cagan la guata. “Si tengo deadline, me puedo pasar tres días sin comer. Me pone nerviosa. Los dos días antes no puedo ni dormir ni comer”.Para ella, ser guionista es algo que sufre y disfruta. “Ser guionista es estar enamorada de un gallo que te pega. Llevo años enamorada de un gallo que me pega”, razona.
Considera que tenemos una traba mental con la narrativa, que algo tenemos truncado, en lo más profundo de nuestra identidad, de nuestro ADN. “Somos lateros contando historias, copiones y llenos de clichés y lugares comunes. Nada te emociona, nada te provoca, nada te asusta, nada te perturba, nunca jamás”. Y es categórica en su diagnóstico: “¿Crisis creativa? Sin duda”, dice. Y se come el último crudito, con mayonesa y ají.
ESTA ENTREVISTA SE HIZO PARA LA SECCIÓN "HAMBRUNA" DE KILOMETROCERO.CL
Posted by Alejandro Bruna
in jueves, 20 de agosto de 2009
Esta serie siempre fue (y siempre será) una de mis favoritas. No sólo porque Helen Hunt se luce como Jaimie Buchman, o porque el humor de Paul Reiser siempre sea bienvenido. No, el gusto por esta serie parte de un gusto por lo cotidiano, por esas tonteras que te dan risa cuando las ves de lejos, pero no cuando son una batalla campal. Claro, True Blood es fantástica, disfruté mucho de Sex & The City, Los Sopranos, Friends, Seinfield y The Nanny, pero, ¿cómo olvidar esa memorable escena cuando Jaimie le enseña a Paul a poner un nuevo tubo de confort en el baño? Simplemente hilarante. Brillante, incluso.
La rutina de una joven pareja en Nueva York, con su perro Murray - perseguidor de ratones imaginarios, logró ser la serie favorita del público norteamericano no sólo porque tenía personajes entrañables, sino porque era todo tan real que uno, aún sin ser tan loco como Ira o Lisa, podía decir: "I've been there". Lo he hecho. Yo hago eso.
En ese reconocimiento radica gran parte de la fuerza de la serie. Claro, la dinámica y química entre los dos protagonistas era obvia, buenísima, un gran pilar. Pero lo fuerte era que uno podía reconocer ese cariño casi estúpidamente loco (y verdaderamente tierno a momentos) de una fría neurótica obsesiva compulsiva y un payaso siempre tierno. Acá, dos momentos de un capítulo que dan a entender por qué amo con locura Mad about You.
Posted by Alejandro Bruna
in martes, 18 de agosto de 2009
Por un resfrío tal vez no podría cantar, practicó con horas de anticipación, y aunque en un par de ocasiones se le escaparon unos gallitos, Aimee Mann dio un concierto sólido, íntimo y placentero para un viernes lluvioso.
RESEÑA ESCRITA PARA KILOMETRO CERO. FOTOS DE SEBASTIÁN LEHUEDÉ
Prometió un show más acústico que nada, y Mann cumplió. El viernes 14 más 1.500 personas disfrutaron del melancólico concierto de la cantante del soundtrack de Magnolia, la película de Paul Thomas Anderson. Supuestamente un poco resfriada, la chica indie por excelencia se mostró carismática, cercana y coqueta con el público.
Con una pinta de matea universitaria, las luces violetas de fondo y su guitarra en mano, Mann se disculpó por no saber español. “Pero aunque supiera, me dicen que ustedes hablan un español único que nadie más entiende, así que da lo mismo”, dijo entre risas.
Anunció que tocaría canciones que normalmente no toca, y así fue: partió con The Moth y siguió con Nightmare girl, dos canciones suaves, muy acústicas y con harto guitarreo. Luego de los aplausos, alguien del público le gritó “¡Te amo!”, a lo que ella respondió: “Gracias. Seguro que si te conociera, te amaría también”. Y luego fue el turno de Momentum y Build that wall.
Entre tanta guitarra, piano y teclado, la canción Par for the course destacó por el notorio uso de la batería, y para Amateur, Mann soltó la guitarra para tocar el bajo. Luego sacó una flauta, para This is how it goes, con un tinte más folk. Ya se escuchaba llover, pero llovió más fuerte justo cuando Mann cantaba Wise up, como si los que estábamos dentro del Teatro Teletón fuésemos parte de una versión chilensis de Magnolia. Austera en la puesta en escena, la cantante brilló entre las paredes negras del recinto, siendo cercana al público, dialogando con él y siempre agradeciendo los aplausos. Presentó Save me como “la canción con la que perdí un Oscar”, y luego tocó “You could make a killing” antes de volcarse a las canciones de su nuevo album, @#%&*! Smilers. Luego de tocar Little Tornado y Little Bombs, bromeó con la idea de que quizás le gustan los desastres, “pero sólo si son pequeños”, y después cantó 31 today y Freeway.
A las 22:19 volvió al soundtrack de Magnolia con One. Alguien le gritó que era “super hot” y ella, sin inmutarse, simplemente dijo: “No voy a negarlo”. Sonriendo coqueta, cantó “Today’s the day” y luego de una breve salida del escenario, Mann aceptó las peticiones del público – cantó Guys like me y Red Vines (donde admitió que era sobre “un tipo que dirigió Magnolia”).
Nuevamente le gritaron que la amaban, y ella, buscando en el público, preguntó divertida: “¿Es el mismo tipo? Me gustaría pensar que hay dos”. Y como el público estaba dividido, gritando por dos canciones distintas, Mann pidió silencio y, como una mamá que resuelve una disputa de niños, dijo que cantaría ambas.
Primero tocó Driving Sideways, para la euforia del público. “¡Me encanta lo entusiastas que son!”, comentó antes del cierre. Ahí contó que le habían regalado una botella de pisco, y ante la sugerencia de alguien de la audiencia de que se lo tomara solo, respondió: “¡No puedo hacer eso! ¡Soy una flor delicada!”, comentó entre risas. Otra persona le gritó la receta del pisco sour, y eso le encantó; “¡Acá va por el pisco sour!”, dijo, antes de cerrar el show con Invisible Ink. Con eso, Aimee Mann se despidió de Chile, de Santiago, y de un público que disfrutó de un recital íntimo, acústico y simplemente genial.
Posted by Alejandro Bruna
in jueves, 13 de agosto de 2009
Ahora hay un blog.
Me resistí a escribir en español, día a día, pero ya pasó la resistencia y reticencia (da lo mismo que sean la misma cosa a fin de cuentas).
Escribo una introduction, pero pronto subiré todo lo que he escrito, lo que he publicado en diversos medios (principalmente en kilometrocero y en la agenda de la Rolling Stone), además de un par de ideas que siempre andan dando vuelta...